Mi amigo Marcelo ultra-archi-mega-hipercarnìvoro, vino a casa a comer. El acostumbra venir cuando está mal del estómago para que yo le dé una solución mágica, a años de hàbitos no muy saludables.
Siempre terminamos mal. O porque doy muchas vueltas para explicar,o porque mis consejos no lo satisfacen, o tardan mucho, o porque no le gusta.
Pero esta vez, algo cambió.
Él quería pizza. Pero el tomate le causa acidez. Yo tenìa espinacas, champignones y morrón. Le propuse salsa blanca, pero la manteca no le iba a caer bien tampoco.
Entonces tuvo una muy buena idea. Hizo una salsa blanca sin manteca, solo leche y maizena.
Yo hice la masa de pizza, y en una cacerola puse los condimentos en aceite, para después incorporar el morrón y los champignones en rodajas. Una vez doraditos, sumé la espinaca cruda cortada en juliana y dejé que reduzca.
Él, disolvió 2 cucharadas de maizena en una taza de leche fría, y la agregó a un cuarto litro de leche que tenía en el fuego y fue revolviendo constantemente hasta que espesó. La condimentó con nuez moscada y sal.
Así, unimos nuestros esfuerzos, y amalgamamos las dos preparaciones con 150 grs de queso rallado y lo volcamos sobre la masa de pizza, coronando con queso cremoso y llevando al horno a gratinar.
No sé si fue lo más saludable para su estómago, pero estuvo buenisimo. La unión hace la fuerza, y la fuerza nos brindó un òptimo resultado.....
PD: en la foto no está gratinada, porque era la segunda, la primera, ya la habíamos devorado y no me dí cuenta antes de sacarle una foto, pero estaba para alquilar balcones....
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